Descubriendo el barranco del jaroso
Estamos a comienzo del puente del Pilar, mi móvil está que echa humo de tanto llamar a los compis VandeRuta; pero cada uno tiene sus propios planes y excusas… yo más solico que la una, empiezo a buscar plan alternativo… que si subo al pantano y vuelta… vamos, lo justo pa sudar un poco y quitarme el mono de bici; con toda esperanza perdida de hacer una ruta decente en compañía, comienza a vibrar mi móvil… número desconocido y la voz…
- Antonio? Soy Michel
- Qué dices?
- Fernando me ha dicho que tienes ganas de salir con la bici.
- Ya ves, pero de estos no sale ninguno.
- quieres subida a las antenas y algo más…
- me llevas al barranco del Jaroso que me muero por verlo?
- venga pos vamos p’al Jaroso.
Dios, he quedao con éste pa ir al Jaroso y no tengo cámaras de repuesto ni ná y ahora a las 10 de la noche toca arreglar pinchazos y comprobarlos.
Llego temprano a la cita y hago algo que no solemos hacer… espero a que aparezca calentando!!!, jolines es que me espera un día duro y no es plan de fastidiarla.
Empezamos en el polideportivo y salimos hacia Portilla, bordeamos la nave de cuevas verde y seguimos hasta el río por el margen de la izquierda, pronto tomamos un camino que nos lleva hasta Burjulú, saliendo justo por la curva más pronunciada que hay, seguimos por otro camino que hay al cruzar la carretera y llegamos a la rambla de Muleria, vamos comentando anécdotas sobre la bici, competiciones, salidas… el día acompaña con un poco de bruma pero nada de frío y ni mucho menos calor. Tras unos pocos km por la rambla llegamos a los Lobos pero sin adentrarnos en ellos, justo a la altura del camping está el camino que tanto he deseado circular.
Tomamos el desvío hacia el barranco dejando a la izquierda un cortijo lleno de perros que nos alientan con sus ladridos, la cosa empieza a mostrar sus cartas y el barranco poco a poco va desvelando sus misterios; con los ojos siempre en el camino y los nervios de un cirujano vamos sorteando todos los obstáculos con los que nos recibe el majestuoso serpenteo del agua esculpiendo las montañas.
Aparece un cruce y tomamos el de la derecha, Michel advierte que comienza un repechito y como si de una cabra montesa se tratase empieza a ascender por una cuesta clasificada como “tecniquilla” que en no pocos momentos pasa a ser dura, este camino vuelve a bifurcarse para dirigirse hacia los restos de la máquina de vapor, una de las máquinas más antiguas de España y de Europa.
Llegamos hasta la máquina tras una subida de infarto… es una cuesta complicada y exigente, tanto que emulando a otros vanderutas anteriormente acabo por probar la consistencia del firme con mis nalgas… Michel ya ni me escuchaba pues él a su ritmo (demoledor pero despacico, vamos, es como Carlos Sastre pero en BTT) se estaba alejando y la verdad es que ya estaría cansado de escuchar los crujidos de mi bici que se mostraba revoltosa y cada dos por tres le daba por brincar haciéndome poner pié a tierra a cada instante, yo que me encontraba más feliz que Marisol a cada momento una foto por aquí otra por allí y el pobre de Michel aguantando estoicamente mis devaneos domingueros.
La máquina es imponente y no por su tamaño si no por su significado… era la encargada de elevar y bajar el ascensor de una mina, la boca de mina esta debidamente enrejada y es aún más sobrecogedora…la de gente en busca de su jornal que habrá penetrado en sus entrañas.
La sierra está plagada de pozos, algunos son bocas de mina, otros eran respiraderos… y es difícil localizarlos pues pueden estar ocultos tras la maleza por lo que se aconseja no salirse de los caminos, no obstante aún siguiendo el camino debemos tener cuidado pues algunos pozos están justo al ras del camino.
Descendemos con cuidado y volvemos a subir por otro camino que llega hasta la zona mas alta accesible por ese costado coronada con una torre que desconozco si vigía como la de las mateas o ésta era de fines mineros, pasamos lejos del mayor cúmulo de restos, que por desgracia cada día son menos, y sigo con mis fotos…
Una vez coronado el punto mas alto se aprecia por un lado la playa a la que la bruma confiere un aire más bucólico, se aprecia toda la costa de Villaricos, Palomares Garrucha… y por otro lado se ven los Lobos, Cuevas…
Paradita de rigor para otear el horizonte y tomar algo de fuerzas, pues hemos tardado poco en llegar a los Lobos y aunque la subida ha sido lenta aún nos quedaba tiempo para hacer algo más.
La bajada preciosa, de estas en las que me debería haber puesto el casco integral; Michel por el lado bueno (que no lo había pero su soltura hacía que todo pareciese fácil) y yo con la revoltosa horquilla pidiéndome a gritos que la cambie por otra. Toda una cuesta a trompicones sin siquiera poner los pies en los pedales porque salía por las nubes, Michel otra vez hacía oídos sordos a mis crujidos.
Salimos del Barranco y vuelta a la rambla de los Lobos con la invitación de Michel a continuar por uno de los cruces que habíamos ignorado por el momento.
Atravesamos los Lobos esta vez transitando por ellos y salimos hasta el cruce hacia Guazamara, desde el cual sale un camino de tierra que no conduce a otra ramblita con algo de agua. Mis posaderas estaban muy castigadas y el paso por la rambla terminó de hacerme añicos.
La rambla termina por incorporarnos al camino real o camino de Lorca, un suspiro para mis piernas… pero como no puede ser de otra manera no basta con hacer lo fácil y pronto nos desviamos hacia otro camino distinto que nos lleva hasta los pies de la torre de las mateas.
Ya casi bajo la mismísima torre, mi cuerpo dice que el ritmo va muy alto y que necesita algo de descanso… justo cuando sugiero un poco de calma en el ritmo mi móvil suena… la excusa perfecta para parar y poder tomar aliento; tras la llamada regresan las fuerzas y el resto del camino lo hacemos siguiendo el recorrido de la vuelta desde la torre de las mateas.
La cosa para mí no termina aquí pues al llegar a Gráficas Guerrero (publicidad) empiezo a narrar la jornada y el fotógrafo Rabote José Guerrero me muestra fotos de todo lo que yo había ciclado e incluso algunas fotos antiguas de cuando estaba todo aquello en pleno esplendor.
A pesar de la dureza es una experiencia increíble que no se debe perder nadie y menos aún los rabotes, ya sé que no todo el mundo practica el ciclismo pero se puede organizar entre los amigos una ruta senderista… en el aire lo dejo
Por Guerry